viernes, 2 de enero de 2009

Milonga del peón de campo de Atahualpa Yupanqui

Yo nunca tuve tropilla,siempre montao en ajeno.
Tuve un zaino que, de bueno,ni pisaba la gravilla.
Vivo una vida sencilla,como es la del pobre peón.
Madrugón tras madrugón con lluvia, escarcha o pampero.
A veces me duelen, fieros,los hígados y el riñón.

Soy peón de la Estancia Vieja,-partido de Magdalena-
y aunque no valga la pena anote que no son quejas.
Un portón lleno de rejas, un jardin grande, un chalé.
Lo recibirá un ballet que anda siempre disfrazao,
mas no se asuste, cuñao,y por mí pregúntele.

Ni se le ocurra decir que viene pa visitarme
diga que viene a cobrarme y lo han de dejar pasar.
Allí le van a indicar que siga los eucaliptos.
Al final verá un ranchito que han levantao estas manos
¡Esa es mi casa, paisano!¡Ahí puede pegar el grito!

Allí le voy a enseñar mi mancarron mis dos perros,
varias espuelas de fierro y un montón de cosas más.
Si es entendido, verá ponchos de fina trama
y el retrato de mi mama,que es donde rezo,pensando
mientras lo voy adornando con florcitas de retama.

¿Qué puede ofertarle un peón que no sean sus pobrezas?
A veces me entra tristeza,y otras veces rebelión.
En más de alguna ocasión quisiera hacerme perdiz,
para ver de ser feliz en algún pago lejano.
Pero la verdad, paisano,me gusta el aire de aquí...

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